IMPACTANTE


"Desde que firmé todos estamos mejor, yo estoy segura y vos vas a poder ir a la carcel".

Esta semana en el edificio de Seguridad Social, en un rincón aislado de las sillas de espera, tres jóvenes bajo la guardia de un adulto aguardaban ser atendidos, o cosa parecida. Eran adolescentes, entre 14 y 17 años, creo que el que aparentaba más edad no llegaría a los 17.

Todo muy normal hasta aquí  no fuera por las cadenas que llevaban atadas a los pies agarradas por unas esporas a los tobillos.IMPACTANTE.

No podemos pensar el siglo XXI presenciando escenas de este calibre como si fueran naturales, comunes, corrientes a tu cotidiano, sin más.

Habrían cometido algún delito, claro está. Bien, y para llegar a ese delito, existe antes un entorno. El entorno de una sociedad que enseña la codicia, que prioriza el consumo pero no los medios de llegar a él, que castiga las relaciones en un 'hogar', y no digo familiares, porque hoy el tema familia es más amplio, se vive o ya no, en una comunidad, y esos chicos, que hasta ayer eran niños, que aun lo siguen siendo, qué ejemplos han tenido?

Pensar el Siglo XXI es sentirse responsable por esas cadenas, es ser parte de ese delito cometido por manos ajenas, es en fin, un ya basta a esa felicidad que me corresponde y nada más. Esos jóvenes no tiene la culpa. 

La imputabilidad a los menores que cometen delitos es un crimen social, un gordo crimen. Es cerrar los ojos y aceptar vivir dentro de una gran esfera de mentiras. Es volver a un tiempo que describe Dickens tan bien... Es negar la lucha solitaria del fraile Don Bosco y la de tantos otros que tuvieron  alma para ver más allá de los hechos.

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