Marcha por el água y la tierra


La cuarta “Marcha nacional en defensa de la tierra y los bienes naturales” convocó a una multitud que copó la Avenida 18 de Julio en la tarde del viernes (10/05) en una contundente demostración del descontento ante el avance de los megaproyectos en nuestro país. 


La marcha, organizada por más de 30 colectivos sociales de distintos puntos del país, salió desde el obelisco pasadas las 17h. Allí, momentos antes de la partida, 120 jinetes engalanados con banderas artiguistas esperaban en el pasto para encabezar la marcha, mientras miles de personas aguardaban en la calle con infinidad de pancartas. La concurrencia era diversa. Productores rurales, trabajadores, estudiantes, profesionales, jubilados, pueblos originarios y ciudadanos de todo el país. 


La zona costera, el campo y la ciudad se unían en uno. Mientras tanto, una de las jinetes le contaba a un veterano sobre la minería a cielo abierto: “Te pagan las hectáreas que necesitan, pero te usan el resto. No se puede criar ni plantar nada”. Otro paisano gritaba: “¡Viva la Patria, carajo!”, mientras se daba la orden de partir. En ese momento el ambiente se llenó de fervor, los caballos se alborotaron y los jinetes elevaron sus gritos. La caravana partía hacia la Plaza Independencia. 


Caras pintadas, colores, tamboriles y hasta el sonar de unas gaitas, le daban a la marcha un ambiente místico difícil de describir. Viejas banderas se entreveraban con pancartas hechas para la ocasión y confluían allí los esfuerzos de muchas generaciones de uruguayos, que salieron a la calle a demostrar que no quieren vivir en un país bajo un modelo de desarrollo que “privilegie las inversiones extranjeras sobre el bienestar de su gente” y “atente contra sus recursos naturales”. “No al envenenamiento de nuestros pueblos”, “basta ya al modelo extractivista” o “el Uruguay es de todos y no se vende” eran algunas de las incontables pancartas que acompañaron la movilización. Una especialmente llamó mi atención: “Ni de izquierda ni de derecha, ni ecoterrorista ni anarcoambientalista… Solo consciente y responsable”. 


Una multitud estaba en la calle en reclamo por la preservación de la tierra pero también de la capacidad para trabajarla. “¡UTAA, UTAA, por la tierra y con Sendic!”, sentí a mi lado. Eran jóvenes, que sosteniendo los mástiles del sindicato cañero de Bella Unión, alzaban el mismo grito que sus antecesores. Han pasado los años y la consigna sigue siendo la misma. 


El camino fue largo. Alternando los cantitos “No se vende, la tierra se defiende” y “tomala vos, dámela a mí, que no la ocupe Aratirí”, los manifestantes avanzaron hasta la Plaza Independencia, desde donde luego de una breve estadía frente a Presidencia regresaron a la Plaza Libertad. Allí se leyó la proclama, redactada por los colectivos organizadores. Dentro de las denuncias plasmadas, destacaron el “avance de la política de concentración y extranjerización de la tierra”, la “puesta en riesgo de la seguridad y soberanía alimentaria”, la “grave contaminación y destrucción provocada por los megaproyectos” y el “sacrificio de los ambientes naturales privilegiados de la costa oceánica y el turismo”. 

Se cerraba así una movilización impactante, que puede ser recordada como una de las grandes muestras de resistencia social al saqueo de los recursos naturales y la contaminación del medioambiente. De todas partes vinieron, para salvar su suelo, los orientales (Fonte: Canelones Ciudad) 

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