Huellas del Siglo XX

Sentirte parte de la historia, de hecho ser historia con el gusto de tenerlo claro que no la viste pasar disimuladamente escondida detrás de las cortinas de tu ventana, es algo que no tiene explicación.... Es como palpitar en el germen mismo de nuestra madre tierra, sabiendo que has utilizado con entusiasmo tu derecho a nacer.

Así me sentí el 27 de junio de este año, cuando se hacía memoria a los 40 años del golpe de Estado y que, no casualmente, no, estoy segura que no, me encontraba en mi ciudad natal, luego de unos meses de... haber llegado a mis 40.

Pasé por la marcha, en el Solís, vi como se aglutinaban las autoridades e invitados en los salones de entrada; ya no había cupos para mi, pero se notaba la gran conmoción de la gente, se notaba que algo hervía por dentro, algo tan valioso que lleva el nombre de  MEMORIA.

Sí, la memoria, astuta compañera del avance de la humanidad, de nuestro contacto contínuo con lo que somos, con algo que dicen que no tengo, pero que a mi ver no necesita un lugar físico, ya que lo tenemos en la... MEMORIA.

Salgo caminando del Solís en sentido inverso a la Ciudad Vieja, o sea, como quien camina hacia el Obelisco de los Constituyentes y he que en la Intendencia un un grupo de personas se juntaba para ver algo en la gran pantalla.

Es eso, el recordar te hace revivir, pero no en sentido negativo, ya que para marchar hacía adelante tenemos siempre que volver unos pasos hacía el pasado y recordar quienes somos. Es importante hacerlo a todo momento, si vemos que empezamos a olvidar, volvemos la mirada hacía atrás, no con nostalgia pero con el valor de enfrentarnos a nosotros mismos con los ojos astutos de la madurez.

Estar viviendo este momento en el ombligo que me gestó, literalmente adentro de él y ver los hechos luego de 40 años, además de erizarme el alma, me ayudó a comprender quienes fueron esos padres, abuelos, tíos que dieron su vida, su voz, su.. qué más se puede dar además de la propia vida? Lo dieron todo por una causa conjunta, algo que se vuelve a gestar en esta segunda década del Siglo XXI, pero con otras vertientes....

Me hizo percibir que he nacido en un techo de guerra, de dolor y silencio; me hizo comprender locuras, mascullar huellas que no entendía por qué marcaban tan hondamente el paso por mis rutas.

Al ver el dolor de otros, me di cuenta del dolor de mi gente, o el que no se permitieron gritar y lo tienen zambullido en medio a un llanto de silencio.

Pasaban cortos que delataban vidas ocultadas por 4 décadas de muertes, torturas, desapariciones, exilios, niños. Y el estruendoso ruido de las campanas me decía niños, niños, niños......

Esa niña que pudo haber sido uno de los tantos que se sumieron en padres de mentira, con un pasado de secretos y dolores desconocidos... Esa niña entre esos niños era yo, era mi hermano, mis primos....

Y la noche fría, la noche húmeda entraba por lo huesos mientras las huellas pasaban, una a una, y la gente hermanada en voz sigilosa se reconocía entre esas caras, esas.... historias.

Y sí, ahora veo que gracias a mi familia me hice historia y que ya no tengo nada para ocultar bajo la aurora de una vida que vio la luz en un tiempo de sombras.

Texto Natalia Bruzzone


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